El Blog de Hana

Sobre el Duelo

“Moriré una y otra vez y así sabré que es inagotable la vida ✨”.
Rabindranath Tagore

Si observamos la naturaleza con sus ciclos y estaciones que se renuevan constantemente, podremos entender que la vida es cambio permanente y transformación, pero que a la vez, todo se renueva y permanece. Como explica el principio de la física y la química de Lavoisier: “la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Creo que, si desde chicos nos enseñaran a entender que la vida a través de sus ciclos está siempre renovándose para a la vez mantener su equilibrio y asegurar su continuidad, tendríamos más paz interna y la certeza que cada pequeño o gran cambio o muerte, trae siempre de la mano un nuevo nacimiento. Esto nos permitiría estar mejor preparados para enfrentar los cambios y duelos naturales que trae la vida. Creceríamos todos mejor preparados para enfrentar estos cambios trascendentales, no sin atravesar fases de dolor, porque eso sería como pensar que podemos vivir en un mundo con sólo días sin noches, pero sí con más paz interior y con menos miedo a perder lo esencial. Buda decía que el origen de todo el sufrimiento humano es el apego, yo pienso que este apego nace del miedo o desconocimiento de la esencia de la vida el que nos hace sufrir por la ilusión de la pérdida. El sufrimiento siempre aparece cuando negamos o nos resistimos al dolor o cuando el miedo cierra nuestro corazón y nos impide registrar el amor que siempre permanece.

Cada cambio implica un soltar, un dejar ir o morir lo antiguo para poder recibir y acoger lo nuevo, y así como el parto, los grandes cambios o desapegos, vienen acompañados de dolores de parto o transformación. En el parto, es el cuerpo de la mujer el que se tiene que abrir por completo para que la nueva vida pueda abrirse paso. Lo que nos llena de fuerza y resiliencia y nos permite atravesar el dolor, es el amor y la visión de, que al final de ese túnel, podremos conocer y abrazar a nuestro bebé, sabemos que esos dolores tiene un propósito lleno de luz. Pero, si en lugar de abrirnos, nos resistimos al dolor por miedo, si no logramos entregarnos y soltarnos en cada contracción con su respectiva ola de dolor, si tratamos de huir, entonces esos dolores se convierten en sufrimiento y lo mismo nos pasa en la vida. La vida es un eterno nacer y morir , morir y renacer, para siempre permanecer, nada esencial se pierde, pero es esa ilusión y temor de la pérdida la que hace que nos apeguemos a lo que conocemos, resistiéndonos a los cambios por más luz que nos traigan al final de cada túnel.

Creo que en estos tiempos, desde que la pandemia comenzó, a todos nos está tocando vivir muchos pequeños y grandes duelos. Desde la enfermedad y pérdida de un ser querido, separaciones físicas de seres queridos a los que la cuarentena agarró separados y no pudieron reunirse, rupturas familiares y de relaciones que quizás ya estaban muy vulnerables y que con la tensión de estos tiempos de encierro y dificultades no pudieron resistir o a las que simplemente les tocaba ya cerrar sus ciclos, cambios de casas, pérdidas de muchas rutinas, espacios, proyectos, de sueños de los que nos tocó despedirnos, a veces en momentos en los que nos sentíamos dispuestos o preparados para hacerlo. Ha sido y aún es un tiempo de muchos cambios y renuncias, de mucha contracción, de mucha noche y a veces la noche puede ser larga, aunque dicen que “nunca está más oscuro, que cuando ya va a amanecer” y que no hay mal que dure para siempre y de eso nos agarramos para resistir, pero lo cierto es que, cada tanto las emociones nos invaden y hay momentos de desánimo y frustración que lentamente van dando paso si lo permitimos, a otros de mayor entendimiento y aceptación. Seres humanos de todas las edades han tenido que desapegarse de mucho, siento especial compasión por los jóvenes que están en la primavera de la vida, en una edad de formar vínculos y explorar el mundo, pero también por los padres que sentimos sufrir de muchas limitaciones a nuestros hijos, por los viejos que pasan soledad y aislamiento, por los médicos, por los profesores, por los que han perdido su trabajo, por los que sufren angustia, miedo, por todos…

Cuando estaba en la universidad me llegó esta frase que me impactó y que se me quedó grabada en el alma: “moriré una y otra vez y así sabré que es inagotable la vida ✨” …Era una de esas frases que te marcan, ahora sé que es porque estaba directamente conectada con uno de mis aprendizajes de vida. En ese momento sentí que me transmitía mucha luz y sabiduría, la he ido entendiendo cada vez más profundamente y seguro seguiré profundizando en ella en los años que aún me faltan por vivir. Siento que resume de manera potente parte importante de lo que he venido a aprender en esta vida. Ahora sé que es por esta intención de aprendizaje espiritual, que me ha tocado acompañar varios procesos de duelo o, grandes momentos de transformación espiritual, como prefiero llamarlos. Ser terapeuta es ser “doula” o partera del alma, y a través de ese trabajo de acompañante y testigo he ido ganando cada vez más entendimiento y fe sobre el misterio de la vida. De joven tenía pánico al parto y con los años y mis 3 partos físicos y varios psíquicos creo que puedo decir que cada vez voy soltando más el miedo y ganando confianza en que el amor y la vida siempre permanecen. “Es mejor querer y después perder, que nunca haber querido y porque estés donde tú estés, yo estaré siempre contigo“. Esta fue una frase sanadora que me regaló mi esposo en un momento al inicio de nuestra relación, en el que yo estaba llena de amor pero a la vez ese mismo amor me había llenado de apego por el temor a perderlo, esa frase sanó algo profundo en mi corazón y me dió la confianza que necesitaba para seguir amando cada vez más sin dejar que el miedo cerrara mi ❤️. Se quedó en mi para siempre dejándome la certeza que siempre valía la pena, amar, vivir, sentir, sin importar los cambios que vinieran después, porque eso vivido, disfrutado y compartido nos nutre el alma, nos hace crecer y se queda en nosotros para siempre, se vuelve parte de lo que somos.

Hay muertes que son más fáciles de aceptar que otras, quizás porque sentimos que llegan en un momento más natural, en el que una etapa, una relación o un ser después de una buena vida, por la que estamos muy agradecidos, ya cumplió su propósito y necesita una renovación. Pienso que sería ideal que fuera siempre así, de hecho las constelaciones familiares dicen que, toda muerte por debajo de los 50 años se considera trágica, parte de alguna herida de ese sistema familiar que necesitaba ser reparada. De las muertes físicas de seres queridos que me ha tocado vivir, la de mi abuela materna fue la más pacífica y natural, a sus casi 84 años sentía claramente que ella ya había completado su ciclo y que se sentía en paz y estaba ya lista para descansar y trascender, es más, era claro que su alma ya lo deseaba así. Por eso pese a sentirme muy cerca de ella, no sentí tristeza sino hasta alegría por ella y muchísimo agradecimiento por todo lo que había podido recibir de ella y compartir. Durante mucho tiempo pensé que quizás estaba en negación emocional por no sentir tristeza ni ganas de llorar y hasta me daba un poco de culpa, pero luego entendí que no sentía tristeza no porque no la quisiera sino porque más bien, desde que ella trascendió, la he sentido más cerca de mi que nunca, es como si su esencia se me hubiera vuelto más nítida y clara. Han pasado ya 20 años y la recuerdo siempre con infinito cariño y siento realmente que está siempre conmigo como una voz amorosa y una mirada protectora y guía dentro y fuera de mí. La siento paradójicamente más cerca que incluso cuando estaba viva y definitivamente no siento que la perdí.

Mi abuela me hizo el regalo de saber que cuando no nos nublamos por la tristeza y el sufrimiento podemos permanecer muy cerca de los seres que amamos, incluso más cerca aunque de una forma no física, cuando han trascendido al plano espiritual. Ella es como mi benchmark o experiencia inspiradora, pero no siempre es así de fácil, sobretodo cuando la muerte llega en un momento que sentimos inesperado y “no natural” allí es que realmente ponemos a prueba nuestra fe y todo lo aprendido…

Hace años me tocó vivir una experiencia muy dura y distinta cuando una amiga querida con dos hijos chicos murió en un accidente y más dura aún cuando 5 años después también su hijo mayor murió inesperadamente a los 12 años. La muerte de mi amiga incluso la llegué aceptar aunque no la comprendía, sentí mucha tristeza si, pero quise pensar que tenía un sentido para su alma, pero cuando también murió su hijo, no podía entender ni aceptar lo que había pasado, todas las teorías espirituales del mundo no me alcanzaban y estaba furiosa y rencorosa con Dios y con la vida por el dolor tan grande que además yo sentía totalmente injusto y cruel por el que tenía que atravesar esa familia querida, se me hacía insoportable. Fue uno de esos momentos de noches oscuras del alma, aún hoy, varios años después no comprendo por qué tuvo que ser así, pero quien me ayudó a sanar mi corazón y a recuperar mi paz y capacidad de aceptación fue el alma de mi querida amiga que desde el otro plano se me apareció a través de una señal muy concreta, en el peor momento de dolor cuando su hijito se despedía ya de este plano y yo me rebelaba con todo mi ser, dejándome la certeza de que todo estaba “bien” y que tenía un sentido, aunque yo no lo pudiera comprender, su mensaje muy claro y profundo fue “calma, confía, yo estoy aquí con él, todo es por algo más grande, todo va a estar bien, suelta, no te preocupes, confía”. Y entonces pude descansar y dejarlo ir en paz con mucho amor, no sin una gran tristeza que duró por mucho tiempo, aún hoy contarlo me entristece, pero confío mucho en ella y se que los dos están bien y, como diría Bert Hellinger, hoy acepto que “así tuvo que ser” por alguna buena y amorosa razón, aunque mi mente humana nunca vaya a llegar a entenderlo. Cuando todo ocurrió yo había sufrido sobretodo por su hija y sus seres queridos que se quedaron en este plano, ahora que han pasado varios años puedo decir que su ex esposo e hija siguieron adelante y son de los seres más amorosos y pacíficos que conozco, almas viejas, resilientes y sabias que viven con bondad en este mundo. Creo que esas muertes tocaron y transformaron a muchos, no sólo a sus seres más cercanos, y que las 4 almas de esa familia querida, las dos que trascendieron y los que se quedaron cumplieron misiones que impactaron la vida de muchos generando sabiduría, empatía, sanación y mucho amor en un radio grande de acción.

Conectando estas vivencias con lo que siento viene para el futuro, comparto una historia hermosa del último libro de Robert Schwartz (1), en el que cuenta sobre una chica joven que estaba embarazada y que pierde a su esposo a quien amaba mucho a causa de un infarto inesperado. Cuenta que en ese momento, cuando ella sentía un abandono y desvalía inmensas, su esposo se le aparece y le dice que no se preocupe que él va a estar cerca de ella durante toda la crianza de su hijo hasta que el sea adulto, y que va a permanecer cerca de los dos inclusive de manera visible para ambos, que van a poder comunicarse con facilidad y que su hijo va a crecer con padre y que esta mujer cuenta que así fue hasta que su hijo creció. Esta historia me inspiró mucho, me hizo recordar a la mamá de una amiga que perdió a su esposo cuando mi amiga tenía 12 y que decía que conversaba con él todas las noches, mi amiga dice que la encontraba en su cama conversando con su papá sobre ellos o contándole su día. Antes yo pensaba que la mamá de mi amiga hacía esto como un ritual que la hacía sentir mejor, ahora pienso de otra manera y me conmueve sentir que ella si conversaban realmente con él todas las noche. Ahora hay ya varias personas con la capacidad de canalizar mensajes de las almas que fallecen para sus familiares. Se dice que las barreras entre las dimensiones se están borrando y que pronto podremos comunicarnos de maneras más sencillas con nuestros seres queridos ya trascendidos, sin sentir que los hemos perdido, un poco como me pasa a mi con mi abuela, pero con una comunicación cada vez más abierta, consciente y fluida. Es una imagen de futuro que me llena de luz y me calienta el corazón.

Para cerrar esta reflexion, quisiera decir que he aprendido que se pasa mejor por esos momentos de parto y duelo cuando estamos acompañados, cuando no tenemos que negar nuestra tristeza, señal de que eso amado que estamos dejando ir era importante y valioso para nosotros. Cuando podemos despedir, cuando podemos hablar de ello con amor, honrar esa forma amada, ese momento, esa relación, a ese ser querido con rituales de agradecimiento, cuando podemos regalarnos con paciencia esos tiempos y silencios necesarios para la transformación y sanación interior y exterior que nos pide cada gran momento de muerte o dsesapego. Ojalá podamos todos permitirnos ese amor y esa compañía, y podamos abrirnos a recibirla 🙏🏽.

Recomendaciones para atravesar los momentos de cambio y duelo:

• Regalarnos infinita paciencia y amor, respetar nuestros tiempos o los de la persona a la que acompañamos, permitirnos pasar por la noche del alma sabiendo que el día siempre llega.
• Saber que la primavera seguirá siempre al invierno, permitir que esa imagen final y recordar la alegría del amor compartido sabiendo que este amor nunca se pierde, nos sirva de manta, nos abrigue y nos nutra durante los meses de frío.
• Rodearnos de las personas y cosas que amamos y que nos hacen sentir bien.
• Cero exigencias de ningún tipo.
• Escucharnos y respetarnos, tratar de darnos lo que necesitamos en cada momento.
• Respetar nuestra necesidad de estar apartados y en silencio.
• Buscar personas amorosas que pueda escucharnos cuantas veces necesitemos hablar de lo que sentimos y compartir nuestros recuerdos. Alguien que nos acompañe con compasión y empatía pero sin pena, que crea en nosotros y nos respete amorosamente aún en nuestros momentos de mayor vulnerabilidad y que vea nuestra fuerza y que nos la recuerde si la olvidamos, que tenga mucha fe en nosotros y en la vida y que nos ayude a sostener la imagen que al final de esa noche siempre volverá el día y que todo permanece y nada se pierde.

Recursos para Transitar las Fases de Duelo:

“No llores cuando el sol se oculte pues las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.

• Leer o escuchar audios o videos nutricios que nos conecten espiritualmente y nos ayuden a entender mejor el sentido de lo q estamos viviendo.
• Salir a caminar o hacer algún ejercicio para ayudarnos a no desarraigarnos y para liberar la tensión y dejar que fluya la energía.
• Regalarnos tiempo para estar a solas y tranquilo, y buenos amigos o personas queridas cerca para cuando necesitemos compañía.
• Rezar o meditar en cualquier estilo para mantenernos nutridos y fortalecidos interiormente
• Darnos espacios para el arte, escribir, pintar, cocinar, hacer cerámica, tocar música o cualquier actividad creativa q nos permita expresar y transformar nuestra energía emocional y sacar sabiduría y belleza del proceso.
• Sembrar y cuidar un jardín para recordar que la vida se renueva.
• Trabajar o buscar alguna actividad que necesite de nosotros y en la que tengamos responsabilidad, nos mantendrá ocupados y conectados a la fuerza de la vida.
• Permitirse un espacio de terapia es precioso autoregalo en esos momentos.
• Poder conversar y/o ayudar a otros que pasan por situaciones similares.
• No dejar de ver y agradecer los pequeños detalles buenos que la vida nos regala, aún en los momentos difíciles siempre hay cosas que agradecer.
• Cuidarse mucho físicamente en esos momentos, nutrirse con amor en todos los planos (comida, rituales de baño y cuidado personal y de tu espacio amoroso).
• Cuando estés lista(o) puedes renovar tu espacio físico y/o probar un nuevo corte de pelo o cambio de look como ritual de paso hacia una nueva etapa.
• Paciencia amor y FE. Todo tiene su tiempo.
• Las flores de Bach son amorosas compañeras en estos procesos. De una manera muy sutil y natural ayudan a desbloquear y equilibrar emociones a niveles muy profundos, nos ayudan a volver a nuestro lugar de calma y equilibrio y a hacer el proceso más insightful, es como si nos ayudaran a reconectar con nuestra alma.
• También pueden ayudar muchas otras terapias transpersonales como el reiki, la sanacion energética, que trabajan mucho con la transformación multidimensional incluyendo cuerpo, emoción, mente y espíritu.
• En el caso que aparecieran síntomas físicos, podemos apoyarnos con la homeopatía, naturopatia y medicina china.
• Regalarnos un masaje o día de spa para ir apoyando nuestro proceso de sanación con amor desde el plano físico, también hacer un viaje.
• Leer a Elizabeth Kubler Ross, es una gran maestra que escribe sobre la muerte y el renacimiento, su libro más conocido es “La Muerte un nuevo Amanecer”. Este y todos sus libros son excelentes y nos dejan con mucha paz interior.
• Para los que quieran profundizar en el periodo que viene tras dejar el cuerpo físico, leer “ El libro Tibetano de la Vida y la Muerte” y “Crónica de un acompañamiento” de Anne Givaudan y Daniel Meurois.
• Para aprender a prepararnos y acompañar a nuestros seres amados para el momento de trascender leer el Cuento Tibetano que está al final del libro de “El buen morir” de Hugo Dopaso, es de una belleza y una luz infinita.
• Para entender que esta vida es un capítulo de un libro mucho más amplio y que la vida es una escuela en la que cada encarnación es un semestre de la universidad de la vida en la que hemos elegido nuestros cursos y profesores, leer los libros de Robert Schwartz: “El Plan de tu Alma”y “El Don de tu Alma”.

Epílogo:

“No vemos bien más que con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
Antoine de Saint-Exupery

De chica tenía mucho miedo a la muerte y a la oscuridad, mi mamá y me abuela también le tenían mucho miedo a la oscuridad, recuerdo que hasta hace poco no tenía casi ropa negra en mi closet. Quisiera que mis hijas crecieran con menos miedo. En lo que va de mi viaje he podido ir entendiendo (2) que es la noche quien da a luz al día, y que la oscuridad es también buena, bella y necesaria. Es cobijados por la oscuridad en donde se gestan los bebés y es en nuestros periodos de oscuridad o de ir hacia adentro en los que gestamos nuestros nuevos proyectos, sueños y las nuevas versiones de nosotros mismos, la oscuridad es fértil y creativa, es como el vientre de las madres, es el útero de la vida.

Otra cosa hermosa que entendí sobre la oscuridad es que en la oscuridad todos somos iguales, “de noche todos los gatos son pardos”, en la oscuridad las formas físicas que nos hacen únicos y diferentes se disuelven y nos parecemos más. Es en esos momentos en los que tomamos contacto con lo invisible, con lo espiritual. Y es allí, que tenemos la oportunidad de desarrollar más la visión de nuestro corazón, como decía el principito: “no vemos bien más que con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”. Con el tiempo, si perseveramos en desarrollar esa mirada, podremos entender que esos momentos de oscuridad o vulnerabilidad tienen muchísima luz contenida adentro. En nuestros momentos de oscuridad nos volvemos mas humildes, sensibles, empáticos porque estos momentos nos hermanan, podemos sentir más cerca la Unidad, el ser iguales, uno con todo lo que existe y es.

Creo que si creciéramos entendiendo más que todas las estaciones y las emociones son buenas y necesarias y que no debemos aspirar a vivir una vida en la que sea siempre de día o siempre verano, primero porque eso no es real ni posible, pero también porque no es bueno o la vida no podría renovarse y perderíamos nuestra fuente de creatividad, fertilidad, sensibilidad y lo más importante, sin estas cualidades yin o femeninas, la vida no sería sostenible. Es tan importante avanzar como parar, la alegría como la tristeza, la noche como el día y en el equilibrio entre estas fuerzas o energías yin y yang es que se sostiene y mantiene la vida.

Quizás si pudiéramos entender esas verdades desde chicos nuestro viaje de vida sería distinto, toleraríamos más la frustración, nos ejercitaríamos en el desapego a la vez que en el sano apego, para poder ser más flexibles y abiertos a los cambios y propuestas de la vida. Sabríamos que hay un tiempo para todo y que todo es bueno y necesario y así, iríamos haciéndonos más resilientes porque nos sostendrían una fe y una confianza muy profundas y eso nos haría personas más pacíficas que pueden aceptar más las cosas como son y aceptarnos a nosotros mismos y lo que nos toca vivir, sabiendo que siempre estamos creciendo hacia formas más completas de nuestro mismo ser y que la vida es nuestra amorosa aliada en ese proceso que no termina ❤️.

Escrito por María Portugal

1.Por ahora sólo disponible en ingés: “My soul’s love”
2.Contribuyeron mucho a este entendimiento unos retiros en la naturaleza y unas bellísimas lecturas que me regalaron Efecto Mariposa y el Schumacher College, gracias Adriana Puech y Alejandra Balcazar.

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