1. Adaptación al cambio
En japonés, la palabra “crisis” está formada por los caracteres Peligro + Oportunidad. La clave está en vivir la crisis como grandes oportunidades de transformación, es decir, ir “más allá”, sabiendo que en lo profundo del ser siempre hay quietud y calma. Confiar en que todo lo que sucede tiene sentido y cultivar la flexibilidad y capacidad de adaptación son características fundamentales para tomar la vida como es, y soltar las expectativas de cómo nos gustaría que fuera.
2. Autoconocimiento
Conocernos a nosotros mismos es otra de las claves. El camino del autoconocimiento no es sencillo ni está exento de obstáculos, mirar lo que hay de forma amable e inclusiva requiere de muchísimo valor. Debemos ser sumamente constantes, sabiendo que es un camino para toda la vida; cada “capa de cebolla” que se abre hacia dentro pone en nuestra mirada mayor sensibilidad, sencillez y esencialidad.
3. Aceptación como principio básico
Es muy importante comprender que la aceptación nada tiene que ver con resignarse, ya que no conlleva tibieza. El hecho de aceptar aquello que nos contrae e incomoda es el verdadero punto de partida. Aceptar las situaciones, las relaciones y las personas como son en este momento, sin dobleces, aceptando la responsabilidad de nuestros sentimientos y sin necesitar que cambien para que nosotros estemos bien, nos permite abrirnos al devenir sin expectativas, (aunque sí, con objetivos, propósito y, siempre lleno de posibilidades) .
4. Mejora constante
Las personas resilientes poseen una decidida y rotunda visión de que uno puede mejorar de por vida, no importa la edad ni las circunstancias; existe un anhelo profundo en comunión con una certeza de que el mundo va a mejor, de que el trabajo en coherencia, sostenido por unos valores nobles, no cae es saco roto. La resiliencia se manifiesta también cuando nuestro anhelo se enraíza en la búsqueda de la verdad y la belleza como forma de vida consciente en el camino hacia el reconocimiento y vivencia de la dimensión transpersonal.
5. Sentido de vida
Se trata de un sentimiento desde el que reconocemos el sentido profundo de la vida, más allá de lo que ven nuestros ojos a diario, más allá del mundo de las prisas, la razón y la tecnología. Cuando estamos abiertos, somos encontrados por el sentir profundo en íntima conexión con la “dimensión translógica” de la realidad mayor.