Disfruté muchísimo mis 3 embarazos, los sentí como periodos plenos: la sensación de fertilidad, abundancia, amor, alegría, acompañamiento y de profundo gozo, fueron un gran regalo de mi esposo, de mis hijas, de la vida y de mi ser mujer. Ayer amanecí con un super insight, como siempre todo está conectado, mi proceso personal, familiar, Venus y el Sol que se juntaron en el cielo.
En estos días vengo sintiendo una fuerte necesidad de revalorización de la energía femenina mía y en el mundo. Es algo que va más allá del género. Quisiera que las mujeres podamos sentirnos valiosas por haber nacido para expresar predominantemente el principio femenino de la vida o energía ying con todas las hermosas cualidades y posibilidades que este nos ofrece y no que pensemos que para ser valoradas, amadas y respetadas debemos «igualarnos» a la energía yang o masculina que también nos habita. Yin y yang son distintos aunque igualmente valiosos, es hermoso saber que estos principios que están dentro de todo en el universo, son complementarios y están llamados a integrarse a través del amor para seguir sosteniendo la vida. Todos estamos llamados a habitar estas dos energías y a fusionarlas dentro, este es el verdadero concepto de matrimonio sagrado, pero por muchos siglos hemos venido valorando como sociedad las cualidades masculinas (la acción, el día, la razón, la fuerza) por encima de las femeninas (la receptividad, la noche, la sensibilidad y la emoción, lo blando). Cuando me refiero a la necesidad de revalorizar lo femenino hablo de la necesidad de revalorizar la energía ying en todas las áreas de nuestra sociedad y de vida. Creo que tenemos que comenzar a cuestionarnos no sólo el porqué las mujeres pueden ganar menos que los hombres desempeñando tareas iguales, sino el porqué seguimos sintiendo que una profe de nido que tiene en sus manos la misión de formar los cimientos de la siguiente generación es menos valorada que un ingeniero de sistemas o que sigamos sintiendo como «no trabajo o no hacer nada» el ser madre o ama de casa. Que valoremos menos la crianza, la nutrición, el arte, el cuidar y sostener el hogar y sus relaciones versus la economía, las finanzas, la ingeniería o la empresa y ojo que las mujeres pueden ser maravillosas ingenieras y las madres excelentes empresarias, al igual que los hombres empresarios pueden ser tiernos, sensibles y maravillosos cocineros, artistas y lo que elijan, siento que es bueno que todos podamos elegir y abrazar todas las posibilidades, pero siento que primero es necesario sanar la herida de desvalorización de lo femenino para que hombres y mujeres podamos sentirnos más plenos, valorados por igual y podamos amarnos con grados cada vez más profundos de respeto y armonía.
He tomado conciencia que en las últimas décadas es como si, a través de sentirnos inteligentes por la vía racional o capaces profesionalmente las “niñas interiores” de la humanidad estuviéramos queriendo ganar la aprobación de “papá” y a la vez lograr el que «papá» revalorice a través de nosotras a “mamá” , a la abuela, a la bisabuela y a lo femenino dentro de él. Quisiera sentirme igualmente valiosa por ser una mujer inteligente que por la sensibilidad y dedicación con la que nutro a mi familia, riego mis plantas y cuido de mi nido, por haber podido expresar mi creatividad en el mundo a través de mi trabajo y por mis momentos de escucha, de espera, de gestación, por cuidar lo invisible, por conmoverme y estar atenta y leer entre líneas lo que necesita mis familia, mis amigos, mi comunidad, la Tierra. Quisiera que las niñas y jóvenes de la siguiente generación se amen y se sepan valiosas por todo lo que son, cada una con sus gustos e inclinaciones, sabiéndose capaces de todo lo que quieran lograr y con la libertad de elegir, pero sabiendo que pueden lograrlo sin renunciar a su esencia femenina. Y que los niños y jóvenes también sientan que pueden elegir expresar tanto lo yang como lo yin que los habita, valorando y respetando ambos principios y sintiéndose honrados de tener una esencia que expresa prioritariamente la energía yang, y que esa fuerza y todas sus cualidades se pongan al servicio de la protección de lo sensible y suave dentro y fuera de ellos en sus vidas. Y que este nuevo equilibrio y valoración se refleje en una nueva manera de ejercer la educación, la medicina, la política, la economía, la ciencia, el arte, la nutrición y en todos los campos de nuestras vidas. Que hombres y mujeres podamos incluir y valorar por igual los aspectos sensibles, receptivos e intuitivos de la misma manera que los racionales y activos en todas las áreas de nuestras vidas.
¡Feliz día de la Mujer!