¿Qué es la ansiedad?
Es un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes. Es un sentimiento de miedo, temor e inquietud. Puede hacer que sude, se sienta inquieto y tenso, y tener palpitaciones. Puede ser una reacción normal al estrés. Por ejemplo, puede sentirse ansioso cuando se enfrenta a un problema difícil en el trabajo, antes de tomar un examen o antes de tomar una decisión importante. Si bien la ansiedad puede ayudar a enfrentar una situación, además de darle un impulso de energía o ayudarle a concentrarse, para las personas con trastornos de ansiedad el miedo no es temporal y puede ser abrumadora.
Cuando la ansiedad aparece y afecta nuestra rutina, la recomendación es siempre acudir a un profesional. Existen diferentes formas de intentar gestionarla y lograr que sus efectos en nuestra vida sean los menores posibles.
8 consejos para controlar la ansiedad
¿Cómo controlar la ansiedad en nuestro día a día? Algunos consejos son:
Visita un experto. Un paso fundamental es el de ponernos en manos de un especialista. A pesar de ser una enfermedad relativamente normalizada en nuestra sociedad, nunca debemos ignorar su presencia en nuestra vida. En ese sentido, la ansiedad requiere de un tratamiento concreto para cada persona en el cual se marque la intensidad en función de la necesidad de cada paciente.
Aceptación. Evaluado por un experto, es importante asumir la situación de la mejor forma posible. Entender qué nos pasa y conocer cada una de las emociones que sentimos nos permitirán identificar mejor cada una de las fases por las cuales pasaremos. En ese sentido, para comunicar las emociones de forma asertiva primero tenemos que identificar qué tipo de sentimiento experimentamos. En definitiva, conocerse a uno mismo.
Ocuparte sin preocuparte. Entender que querer saber más sobre lo que nos ocurre y sobre la respuesta del organismo no es sinónimo de vivir focalizado en ello. Nuestros pensamientos influyen en cómo nos sentimos, y hay que evitar aquellos irracionales que invaden nuestra mente e intensifican el miedo. Es importante que sepamos encontrar el equilibrio entre el conocimiento y la necesaria desconexión.
Ejercicio físico. La actividad física debe formar parte de nuestra rutina diaria, evitando largas jornadas frente a la pantalla del ordenador o en nuestro lugar de trabajo. Llevarla a cabo nos permitirá olvidar durante un determinado período de tiempo nuestras preocupaciones.
Técnicas de relajación. Aplicar y llevar a cabo distintas técnicas de relajación, así como de respiración, nos puede generar un beneficio diario para generar un espacio de conocimiento propio y de confort. Conocer nuestro cuerpo y escucharlo puede influir sobre nuestra respuesta emocional.
Óptimo descanso. Descansar las horas necesarias nos permite dar una pequeña tregua a nuestro organismo a la hora de afrontar un nuevo día. Tener bien establecidas ciertas rutinas, al levantarnos y al irnos a dormir, nos permitirá una mejor conciliación del sueño.
Cuida la socialización. Una de las consecuencias son los problemas en las relaciones personales. El no explicar qué nos ocurre o cómo nos sentimos, así como la tendencia a encerrarnos en nosotros mismos, puede ocasionar problemas con nuestro entorno más directo. Por ello, es recomendable mantener hábitos de socialización previos a la aparición de la ansiedad.
Establecer prioridades. Entender que no podemos llegar a todo o hacer múltiples tareas a la vez con el mismo nivel de eficiencia es un paso para evitar posibles frustraciones. En cada momento, debemos saber elegir qué es más conveniente para nosotros en función del contexto y de nuestras necesidades. En este momento de nuestra vida debemos ser flexibles para tolerar actitudes, comportamientos y olvidos, ya que, eso nos permitirá focalizarnos en aquellos aspectos que creamos más relevantes.
Recuerda que, en el mismo momento en que decidimos y empezamos a afrontar y tratar nuestro problema de ansiedad, empezamos a sentirnos mejor 🙂