Los seres humanos no estamos separados de nuestro medio ambiente. Lo que entra en nuestro cuerpo, ya sea aire, agua o comida, se vuelve parte de nosotros. Cuidar el medio ambiente es, por lo tanto, algo que debemos hacer ¿Cómo podemos cuidarnos a nosotros y a nuestro entorno?
A continuación veremos algunas recomendaciones para una alimentación más «verde» y ecológica:
1. Come más verdes. Las verduras verdes y especialmente las hojas verde-oscuro son deficientes en la dieta occidental moderna. Sin embargo, se trata de un alimento superior donde encontramos no sólo calcio, magnesio, fósforo, vitamina A, betacaroteno y otros nutrientes vitales para nuestra salud, sino también la energía ligera, flexible y vital de las hojas que se elevan hacia el sol. Ahí está almacenado el «prana» o energía sutil, que las hojas convierten y almacenan para que podamos tomarla. Comer hojas verdes es especialmente importante para las personas que viven en la ciudad, donde no ven mucho verde. Al igual que los árboles, las hojas verdes que comemos nos ayudan a limpiar los pulmones y oxigenar nuestro cuerpo. La clorofila purifica la sangre y es un gran anti-cancerígeno. Si quieres mejorar tu dieta, comienza por comer más verdes. Consume hojas verdes en todas las comidas y verás cómo se aligera tu espíritu y te conectas con la vida que te rodea.
2. Compra orgánico. Los químicos solubles en grasa se almacenan en nuestro cuerpo a lo largo de toda nuestra vida, contaminándonos de químicos, toxinas y metales pesados. Dichos elementos son causa de muchas enfermedades y malestares a nivel mundial. Existe una bella alternativa y solución a esta contaminación: los alimentos orgánicos. En la agricultura orgánica se respeta la tierra, el agricultor y el consumidor, buscando procesos limpios, libres de agro-químicos para brindar alimentos de buena calidad. Se utilizan fertilizantes orgánicos, así como la sabiduría milenaria para la rotación y asociación de cultivos.Al consumir alimentos orgánicos, estás consumiendo también un mayor contenido de nutrientes. Los alimentos cultivados de manera convencional están muchas veces «hinchados» y se ven más bonitos, pero no tienen un valor nutricional real. «Estudios en Estados Unidos registraron 58% más antioxidantes en las frutas orgánicas, así como el doble de calcio, cuatro veces el magnesio y 13 veces el selenio en el trigo cultivados orgánicamente. La leche orgánica ocupaba el lugar de superestrella, con 68% más de ácidos grasos omega-3 que la leche ordinaria…» Marriott, Susannah.Si va a comenzar a consumir orgánico, priorice conseguir hojas (lechuga, espinaca, acelga, albahaca, etc) orgánicas, ya que los químicos se les aplica directamente. Las lechugas y los tomates son de los más rociados con pesticidas.
3. Evita los transgénicos. Los organismos modificados genéticamente o transgénicos son aquellos cuyos ADN’s han sido modificados. Es decir que se les ha roto la membrana celular para entrar a cambiar su estructura genética. Dichos cultivos son alterados para resistir ciertos pesticidas y herbicidas que matan absolutamente todo a su paso… menos la planta modificada genéticamente. Los alimentos transgénicos pueden perjudicar la salud humana a un nivel muy profundo: en su estructura genética. Muchos de los estudios y casos que revelan sus efectos nocivos han sido silenciados pues hay muchos intereses políticos de por medio.Se sabe que no han sido probados como seguros, que están cargados de más agro-químicos que otros alimentos y que no sabemos cómo pueden reaccionar los genes mutados, pues los verdaderos efectos los veremos en las generaciones futuras. Además, los transgénicos van «tomándose» las tierras, disminuyendo la biodiversidad, la cual es la manera en que la naturaleza se defiende y nos ofrece su gran variedad de alimentos. Para evitar consumir alimentos transgénicos procura evitar la soya, el maíz importado (Estados Unidos, Argenitna, Brasil), y la canola, siendo estos los mayores cultivos transgénicos. El maíz importado lo encuentras en productos como los cereales azucarados estadounidenses u otros productos importados que lleven jarabe de maíz (el cual también es responsable de un gran número de diabéticos). Es importantísimo comenzar a leer las etiquetas y escoger no sólo qué queremos comer sino qué industria queremos apoyar.
4. Compra local y en temporada. Al comprar comida producida localmente, no sólo apoyas a tu comunidad directamente sino que ayudas a disminuir las emisiones de carbono en el mundo. Los productos que son cultivados lejos deben viajar en avión, barco o camión hasta el lugar de venta, además de gastar energía en la refrigeración de dichos alimentos para que lleguen en buen estado a su destino final. Todo esto recae en contaminación para el medio ambiente.La naturaleza es sabia y pone a nuestra disposición los alimentos que son necesarios en nuestra zona y para determinada estación o clima. Los alimentos que crecen en invierno tienen cualidades específicas que nos ayudan con el frío, por ejemplo. De la misma manera, nuestro cuerpo necesita un alimento distinto si está al nivel del mar o a 3,000 metros sobre le nivel del mar. Es bueno por esto conocer lo que se cultiva localmente y lo que mejor se da. Si el alimento crece más fácilmente en ese clima y en ese suelo, los alimentos necesitarán menos agro-químicos para crecer, siendo ésta otra buena razón para comer alimentos locales y que estén en temporada.Intenta obtener los alimentos de la fuente más cercana al productor. De esa manera te aseguras que el que cultivó y produjo ese alimento esté recibiendo un precio digno por su trabajo, lo cual no suele ocurrir en los supermercados. Busca las ferias y mercados de plaza cerca a tu hogar: además de justos ¡suelen ser más divertidos y coloridos!
5. Evita los empaques. Los empaques son nocivos para el medio ambiente y la salud humana. Incluso los empaques que dicen «biodegradables» generalmente sólo se pueden degradar industrialmente (no funciona si lo entierras en tu jardín). Los empaques de PVC, de lata, plástico o tecnopor son especialmente nocivos y sus elementos tóxicos pueden pasar a los alimentos, especialmente a los que contienen grasa (carnes, productos lácteos, etc), y luego ingresan a nuestros cuerpos.Lleva tu propia bolsa o canasta cuando vayas de compras y escoge productos sin envase o envasados en vidrio o papel.
6. Cultiva y cocina en casa. La agricultura no sólo puede darse en los campos. Aprovecha cualquier maceta o jardinera que tengas en tu casa para empezar a sembrar. A los niños les encanta y les ayuda a conectarse con la tierra y saber de dónde viene su comida. Puedes sembrar plantas aromáticas como albahaca, toronjil o romero, o probar unos tomates cherries que suban por un enramado. También puedes aprender a hacer germinados, que son fáciles y nutritivos.Cocinar en casa siempre será más ecológico y saludable que comer en cualquier otro lugar. Busca la manera de poder cocinar, estarás haciéndote un gran regalo. Y si hay más personas en la familia, ¡invítalos a todos a participar en la cocina! Disfruta de los alimentos, ésa es la clave para la salud. Los disfrutarás más sabiendo que estás honrando a la fuente de donde vienen: ¡la tierra!
Josefa de la Puente Uranga – Health Coach